martes, 3 de junio de 2008

Querida Emma:


Cuando te vimos al instante nos gustaste. Con Fernanda coincidimos que desprendías una simpatía natural y mucha clase.
Era verano y ya se sabe que en esa época la tele flojea. Por suerte siempre tenemos el serial de la Tve, aunque con los años cada vez son más liosas y difíciles de seguir.
Tu nos ofrecías un programa nuevo, muy fresco y con unos colaboradores muy entretenidos. Recuerdo a Ania Iglesias. Una maravilla salida del por entonces novedoso Gran Hermano. Esa chica tenía tablas y era muy educada. Con ella tenías a otro colaborador (no recuerdo el nombre) para debatir diferentes temas.
Entonces empezó la tercera temporada de Gran Hermano. Los hermanísimos anteriores, asustados de quedar eclipsados, empezaron a tirarse los trastos por la cabeza. Tu contrataste a alguno y de la polémica blanca entre Ania y el otro, pasamos a autenticas guerras de guerrillas (lease Marta Atletic de Madrid vs Carola la pastillera).

A todo esto tu seguías como siempre. Natural, con tu clase y tu elegancia. Capeando lo que venía.
Con Fernanda nos sorprendía que eras capaz de tratar el tema más blando o el tema más escabroso. ¡Y todo lo hacías sin despeinarte y sonriendo!
Con los años tu programa se convirtió en autentica basura. Fichasteís a Kiko Hernandez, Lidia Lozano Carrissi, Karmele Marchante, un Matamoros y un etcétera de personajillos de cuarta.
Y tu seguías ahi, capeándolo todo. Devolvisteís a la vida a Ylenia, desintoxicasteís a Carmina, nos mostrasteís que la Pantoja era una delincuente. Pero tu, querida, no te despeinaste nunca!
Finalmente ese programa acabó. Te despedistes de todos nosotros de la misma forma como empezaste: con tu pulcra sonrisa.



Este año has ido haciendo cositas. Estabas espléndida en la última gala miss. Aunque ahí podríamos entrar en porque nunca gana la más guapa, pero ese es otro tema.

La semana pasada me quede hasta tarde viendo la tele. Normalmente con Fernanda nos retiramos a dormir sobre las 11. Pero ese día me quede acurrucadita en el sofa y me desperté más tarde.
Y cual es mi sopresa que ahí estabas tu. Tan guapa como siempre. Con ese pelo tan bonito que tienes. Vestida muy elegante.

Presentas un concurso. Antes de cerrar y tirar para la cama decidí escuchar que decías.

¡HORROR!

Emma, has podido con todo, te has enfrentado a monstruos de enormes dimensiones y has salido indemne. Pero lo que haces ahora no tiene despcripción. ¡Tu sonrisa ya no me vale bonita!

Has caído en el infierno. Preguntas a la gente por sus miserias más bien guardadas y a cambio les das un dinero irrisorio. Y tu sigues sonriendo. Destruyes matrimonios, familias y empleos pero tu sigues tan pulcra como siempre.

Nuestra madre, que en paz descanse, siempre nos contaba que el demonio no era rojo ni tenía cola, sino que aparentemente era alguien bello, que levantaba pasiones y conseguía captar la atención de la gente. ¡Lo mismo que haces tu!
Miedo me da, pensar que durante unos años me has tenido tan engañada. Pero ahora ya se lo que hay debajo de ese disfraz, y se la mida de los colmillos que esconden tus dientes prefabricados!






¡Vade retro Satanas! Que dirían algunos.

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